Posee una inmortalidad (o más específicamente, una invencibilidad) en apariencia absoluta. Aunque le corten la cabeza, le atraviesen el corazón, o lo desmiembren, él sigue vivo, aunque es incapaz de recomponerse sin ayuda de otro.
Su arma es una gran guadaña de tres hojas cuyo mango puede alargar, aunque reconoce que su ataque es uno de los más lentos de Akatsuki. Sin embargo, el ataque principal de Hidan es mucho más elaborado. Una vez que consigue herir a su oponente, toma unas gotas de la sangre de éste de su guadaña, y empieza un ritual de sacrificio relativo a su religión, con el que maldice a su enemigo. Para ello, dibuja en el suelo un círculo con un triángulo inscrito, con su propia sangre, y su piel cambia de aspecto, volviéndose blanca y negra, y dándole un aspecto que recuerda vagamente a un esqueleto. Mientras Hidan esté dentro del círculo, cualquier daño que se haga a sí mismo o que otro le haga, se refleja automáticamente en aquel a quien maldijo al beber su sangre. Puesto que Hidan no puede morir por mucho daño que se realice en su propio cuerpo, puede conseguir con esto la muerte de cualquiera, generalmente atravesando su propio corazón, aunque a veces prefiere jugar con su presa, hiriéndose antes en otros puntos.